El contexto económico actual de nuestro país – luego de 3 años de desaceleración- exige estrategias que den soluciones a necesidades y problemas específicos en los diversos sectores productivos. En el caso empresarial, se hacen necesarias medidas que aumenten su productividad; es aquí donde el papel de las instituciones de educación superior (IES) entra a jugar un rol relevante, ya que éstas pueden aportar, mediante la creación de nuevo conocimiento y la preparación de capital humano capacitado, cambios concretos y efectivos que le permitan a las empresas un mayor crecimiento y una mayor eficiencia.
De acuerdo con lo planteado anteriormente, es significativo resaltar cuatro áreas en las que la academia le puede facilitar grandes aportes al sector empresarial: innovación y emprendimiento, capital humano calificado y pertinente, educación continuada, y sostenibilidad y proyección social.
En primer lugar, me referiré a la innovación y el emprendimiento. Nos encontramos en una era de fuerte disrupción y cambios exponenciales; la transformación de paradigmas generada en gran parte por las nuevas tecnologías, las nuevas tendencias digitales y la posible llegada de robots como mano de obra, es un tema que exige a las empresas estar al día. Sus cadenas productivas deben encaminarse a fortalecer sus actividades actuales, pero también a fortalecer los procesos de innovación constante. Es por ello que desde las IES se debe contribuir en la formación de profesionales que estén conectados con la realidad empresarial del país desde los primeros semestres. Programas académicos y profesores que tengan un balance adecuado entre el conocimiento y la práctica, así como preparar a los estudiantes en la resolución de problemáticas reales, para entregarle a las empresas capital humano que pueda enfrentarse a la disrupción sin miedo y que sepa aprovechar las oportunidades que el cambio ofrece.
Asimismo, por ser las IES centros donde se desarrolla el conocimiento y donde las nuevas ideas están en constante nacimiento, pueden convertirse en un soporte para las empresas ya constituidas; las compañías que apoyen los emprendimientos correctos, en el momento correcto, habrán encontrado una fuente de crecimiento indiscutible. Esto es lo que sucede con las tan nombradas Start-ups: muchas de estas ideas surgen entre dos o tres amigos que se reúnen un día después de sus labores académicas y crean un proyecto para su clase de innovación o emprendimiento. Por lo tanto, crear ferias donde estas ideas busquen patrocinadores e incluso inversores, es un punto de encuentro entre empresas e IES que puede tener resultados favorables.
Del punto anterior, se desprende el siguiente: la necesidad de formar capital humano calificado y pertinente. Anteriormente, en la teoría económica neoclásica, el trabajo (capacidades humanas) era considerado como un factor de producción que estaba al mismo nivel del capital (máquinas, herramientas); sin embargo, con el paso de los años, teorías de crecimiento económico nos han mostrado que un trabajador, más allá de ofrecer su fuerza laboral, también ofrece su inteligencia y sus habilidades blandas (creatividad, compromiso, ética, responsabilidad, respeto…) a la empresa. Por lo tanto, hoy en día se habla de capital humano calificado; ya no sólo se trata de la cantidad de trabajadores con los que cuente una organización, sino de la calidad y del grado de formación intelectual que estos tengan. Es así como, este factor se convierte en un multiplicador de la productividad y es allí donde la academia le puede ofrecer al sector empresarial un beneficio grande, mediante la creación de programas académicos de alta calidad y pertinencia.
La calidad de la educación está directamente relacionada con la calidad de los profesores: su educación, experiencia y capacidad de establecer una relación de doble vía con los estudiantes, así como su habilidad para mantener un papel activo dentro del aula, con objetivos claros e involucrando correctamente el uso de las tecnologías en su práctica docente, es fundamental para inspirar y motivar a sus estudiantes.
La formación que imparten debe ser, de igual manera, pertinente; no se puede estar desconectado de la realidad y por ello, los programas académicos deben ser flexibles y abiertos al cambio, principalmente en esta época, en la que los cambios no dan espera. Es fundamental buscar una educación personalizada, donde los estudiantes sean “actores activos”, donde no sólo sean vistos como receptores de información, sino como co-creadores llenos de propuestas e ideas. Asimismo, es importante trabajar en el buen desarrollo de habilidades blandas; desarrollar la inteligencia emocional es un factor clave que puede hacer de un estudiante, un excelente trabajador, líder y emprendedor.
En tercer lugar, tenemos la educación continuada, que se constituye en un factor relevante, en medio de las posibles alianzas empresa-IES. Frente a una realidad en constante evolución y movimiento como la que vivimos hoy, se hace indispensable mantener el capital humano de las empresas al día. La educación continuada es el camino para que las empresas estén actualizadas y su capital humano no pierda vigencia ante las nuevas generaciones: millennials y centennials. Los cursos, diplomados y seminarios son una forma de responder a las necesidades puntuales que tienen las organizaciones de aumentar las habilidades de sus empleados.
Finalmente, tanto las compañías, como las IES, se constituyen en actores que hacen parte de una comunidad. Por lo tanto, en la medida en la que se busquen soluciones y estrategias conjuntas, que le aporten bienestar a la sociedad y al país, el impacto que se logre será mayor. Cuando las empresas tienen una proyección sostenible y social, su estabilidad y permanencia aumenta; por ello, las IES pueden ser fuente de ideas y proyectos sociales que beneficien a todos, y que con el empoderamiento de las empresas logren resultados visibles. Algunos de los temas en los que se puede trabajar conjuntamente son infraestructura, movilidad, cuidado del medio ambiente y responsabilidad social.
Las IES son fuente de nuevas oportunidades que cuando se aprovechan en todo su potencial, posibilitan que los resultados alcanzados ofrezcan beneficios para todos: IES, empresas y la sociedad como un todo, obtienen ganancias tangibles.