«Hoy la democratización del comercio electrónico es una exigencia, los comercios deben tener el control de los negocios y la única forma es que lo hagan empoderandose de sus propios canales de venta.»
Internet ha revolucionado el consumo. Se ha abierto un abanico de posibilidades en las que el usuario puede escoger: desde una oferta más amplia, métodos de pago; e incluso, qué tipo de delivery prefiere, si normal o exprés. Hoy las fronteras no existen, es posible hacer un pedido al extranjero y tenerlo en pocos días. Algo impensado hace varios años.
El ecommerce ha cambiado todo. Hay un antes y un después para los pequeños vendedores que ven en la web una oportunidad de hacer llegar sus productos a cualquier parte del mundo. También han aparecido empresas como Shopify, una firma canadiense que hoy vale más que Twitter -y que ha hecho temblar a Amazon- permitiendo a los comerciantes tener la misma tecnología y capacidades que otros grandes.
Es que las tiendas en línea, los influencers en redes sociales y pauta en medios digitales son ahora los primeros escenarios donde los compradores potenciales deciden curiosear e indagar con respecto a cuál será su siguiente compra. Por lo general los marketplace están diseñados para la experiencia del usuario, de modo que permiten comparar los productos y sus precios en una sola ventana, una facilidad para los usuarios, quienes son cada vez más expertos.
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El mundo digital resulta ser entonces, no sólo una plataforma para el comercio online, sino también, una vitrina a través de la cual se potencian las ventas físicas. Según un estudio de Deloitte, los consumidores que buscan información sobre un producto en sus teléfonos móviles tienen más probabilidades de acabar comprando en una tienda física. El webrooming, aquella tendencia que indica que primero se busca en la red, para acabar comprando en un establecimiento de manera presencial, le suma potencia a la publicidad digital.
Lo cierto es, sin lugar a duda, que el comercio B2B o B2C, el de la web, las startups o plataformas digitales, está en pleno apogeo, en su edad de oro, y sigue creciendo. Según Statista, en 2021 facturó más de US$3,3 billones en todo el mundo, y se espera que para 2025 supere los US$4,2 billones.
Ahí es donde recae su atractivo: en las cifras que presenta, los casos de éxito de la venta en línea, que ponen en contacto a los que quieren vender sus productos con los que desean comprarlos. Hoy la democratización del comercio electrónico es una exigencia. Los comercios deben tener el control de los negocios y la única forma es que lo hagan empoderandose de sus propios canales de venta, con la posibilidad de entender sus métricas y sobre todo, a sus clientes. Este es, por su propia naturaleza, por la coyuntura actual, un ecosistema, una dinámica atractiva y necesaria para los nuevos emprendedores y comercios. Ahora bien, ¿Qué haría falta para que se sumen más emprendimientos al portafolio de tiendas virtuales de origen colombiano?
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