En un mundo cada vez más globalizado y conectado, las empresas enfrentan desafíos cada vez más complejos. La búsqueda de la rentabilidad y el crecimiento económico ya no son suficientes para garantizar el éxito a largo plazo. Las empresas también deben ser conscientes de su impacto en la sociedad, el medio ambiente y la economía global. Es aquí donde entran en juego los Objetivos de Desarrollo Interior (ODI), una herramienta poderosa para transformar las empresas e instituciones y formar personas más conscientes y sensibles.
Pero entremos en contexto. En 2015, los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) brindaron un plan integral para un mundo sostenible para 2030, con un plan centrado en la acción y metas que se convirtieron en un compromiso global. En la pasada Asamblea de las Naciones Unidas, la ONU señaló que, según las proyecciones actuales, los países de América Latina y el Caribe solo alcanzarán una cuarta parte de las metas de la Agenda 2030.
Impulsados por esta visión, los ODI, o IDG (Inner Development Goals, por sus siglas en inglés), fueron oficialmente fundados en 2020 por tres entidades suecas sin ánimo de lucro: Ekskäret, New División y 29k, junto con un grupo de investigadores, expertos y profesionales en desarrollo de liderazgo y sostenibilidad. Hoy en día, esta iniciativa sin ánimo de lucro opera en más de 100 países, con presencia en 400 ciudades y más de 5,000 voluntarios comprometidos.
Los ODI se basan en herramientas de código abierto que trabajan para identificar, popularizar y apoyar el desarrollo de habilidades, destrezas y cualidades relevantes para el crecimiento interior, a través de un conjunto de metas y principios. Estos objetivos se centran en cinco dimensiones:
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- Ser: El desarrollo de las relaciones consigo mismo.
- Pensar: Fomentar habilidades cognitivas.
- Relacionarse: Ocuparse de los demás y del mundo.
- Colaborar: Potenciar habilidades sociales.
- Actuar: Impulsar el cambio.
Cada dimensión nos insta a desarrollar nuestra capacidad para comprender problemas complejos, nuestras formas de relacionarnos, cooperar con personas diversas y tomar medidas decisivas, incluso cuando ello desafía nuestras concepciones del mundo y nuestro lugar en él.
Al fomentar estas dimensiones en el entorno empresarial, se promueve un lugar de trabajo más humano y sostenible, en el que los empleados se sienten motivados y comprometidos. Esto implica que los empleados no solo se preocupen por alcanzar los objetivos económicos de la empresa, sino que también consideren el impacto social y ambiental de sus acciones. Al promover la responsabilidad social y la sostenibilidad, las empresas pueden contribuir significativamente a los ODS.
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Los ODI también fomentan la empatía y la sensibilidad hacia las problemáticas sociales y económicas. Al desarrollar estas habilidades, los empleados pueden comprender mejor las necesidades y preocupaciones de los demás, lo que a su vez puede llevar a la creación de soluciones más innovadoras y sostenibles. Además, promueven un ambiente de trabajo más inclusivo y colaborativo, donde se valora la diversidad y se fomenta el respeto mutuo.
En un mundo en constante evolución, las empresas deben ser capaces de enfrentar desafíos y adaptarse rápidamente a nuevas circunstancias. Al desarrollar estas habilidades en los empleados, las empresas pueden estar mejor preparadas para enfrentar los retos y aprovechar las oportunidades que surjan en el camino.
Los ODI planean integrar aún más las perspectivas globales sobre el desarrollo humano, mejorando y co-creando la caja de herramientas y el kit de metodologías de crecimiento. La segunda Cumbre de los IDG en 2023 reunirá a la comunidad global en Estocolmo, y se realizarán más trabajos para nutrir a la comunidad de centros, redes, investigadores y empresas.
En definitiva, los ODI son la nueva sigla que transformará el lugar de las empresas en el mundo, brindando una nueva perspectiva de lo que significa impacto. Ya no basta con limitar nuestro impacto ambiental o hacer aportes intermedios a la sociedad. El desarrollo interior es un viaje que debe ser manejado como tal, porque es una tarea de toda la vida cuyo potencial sólo puede realizarse y, por lo tanto, experimentarse a través de la repetición. Este es un camino largo que apenas comienza, pero es el camino correcto.
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