«La propuesta del artículo es describir los 5 puntos clave que hacen adoptar una estrategia hacia lo simple. Hacerlo sencillo aporta mucho valor y puede aportar soluciones muy potentes.»
En esta era de la sobreinformación es muy difícil que algo complicado funcione sin llegar a confundir más, la complejidad es realmente un gran enemigo que solemos infravalorar. Leonardo da Vinci decía que la simplicidad era la última sofisticación y Winston Churchill lo confirmaba con su famosa frase: “Si tengo que dirigir un discurso de dos horas, empleo diez minutos en su preparación. Si se trata de un discurso de diez minutos, entonces me lleva dos horas”. Churchill ponía el foco en un solo tema por discurso y terminaba con un llamado a la acción. Aunque algo sea simple, no significa que sea fácil. Justamente allí está el efecto diferenciador porque la mayoría de los gerentes no consiguen fácilmente poner el foco a través de un mensaje sencillo, fácil de entender y que invite a la acción.
La importancia de las personas, del trabajo en equipo, de una optimización entre el pilar duro o “hard” (sistemas, infraestructura, procesos, métricas, evaluaciones, equipamiento, políticas, etc.) y el suave o “soft” (habilidades, sentimientos, relaciones interpersonales, personalidades, etc.) son ampliamente conocidos y hay mucha literatura sobre ello, pero la importancia de la simplicidad como verdadero factor diferenciador es más escaso y uno de los retos más importantes de las organizaciones actuales ante lo dinámico de un mundo globalizado.
En nuestra experiencia hemos visto muchas empresas de éxito, pero este último no asegura que el esfuerzo aplicado no sea mucho mayor o simplemente desequilibrado dentro de las funciones diarias de los equipos participantes. Para estos casos no es complicado encontrar que existen oportunidades de mejora para generar el mismo ingreso o incluso mayor, con mucho menos esfuerzo y generar al mismo tiempo un mejor ambiente de trabajo. La propuesta de este artículo es aprovecharla para utilizar la simplicidad como un factor diferenciador en la cultura de la empresa, trabajar más es menos eficiente que trabajar mejor.
Cuántas veces estamos en medio de situaciones en la empresa que catalogamos como “complicadas”, que no sabemos cómo atacar, que parece que hay que hacer ingeniería cuántica para dar con la solución. El Principio de Pareto o Regla del 80/20 te dice que en el 20% de las tareas que realizas está el 80% de los resultados. ¿Entonces por qué añadir complejidad?
La propuesta del artículo es describir los 5 puntos clave que hacen adoptar una estrategia hacia lo simple. Hacerlo sencillo aporta mucho valor y puede aportar soluciones muy potentes:
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1. No admirar la complejidad añadida, ¡evítala!
No demos vueltas sobre todas las soluciones posibles a un problema, sin priorizar, porque entraríamos en el camino al caos. Se acaba con ideas contradictorias y la gente se mueve en distintas direcciones. La sencillez requiere que se reduzcan las opciones y que se decida un único camino.
2. Sentido común y expresar ideas con palabras simples
Para decidir sobre los asuntos esenciales, se deben utilizar un lenguaje sencillo, una lógica simple e incluir el sentido común. Esto establecerá una lista de acciones concretas y realizables. El sentido común es la sabiduría que todos compartimos y no nos cuesta asumir como algo que funciona por la experiencia pasada.
3. Stop a demasiada información
puede confundir, es lo que se denomina infoxicación. Hay una gran diferencia entre datos e información. Pensar sobre datos ayuda a concretar, demasiada información ayuda a plantear escenarios hipotéticos sin que sean verificados con la realidad.
4. Aprender a nadar en el sentido de la corriente
Tratemos de conocer el valor que aportamos al cliente, el valor que aporta nuestra competencia y que nuestro cliente nos conozca en esencia. De esta manera, no tendremos por qué temer el resultado de cien batallas. Si no conoces al enemigo, pero te conoces a ti mismo, tienes las mismas posibilidades de ganar que de perder. Si no conoces al enemigo ni te conoces a ti mismo, todos tus combates se contarán por derrotas.
5. Sé claro en la estrategia
Una estrategia confusa indica que una empresa no sabe a dónde va. Es mucho más práctico olvidarse de «lo que se quiere ser» y centrar los esfuerzos en «lo que se puede ser». El futuro pertenece a la empresa bien organizada y enfocada. La organización cuanto más simple, mejor. Es tiempo de ideas y de transformarlas en estrategias, no de organigramas y niveles jerárquicos sin aporte de valor.
En conclusión y teniendo en cuenta que el 60% de los problemas que puede tener una empresa surgen por una mala comunicación, si expresas algo de manera simple, agradará e influirá mejor. Recuerda que los anuncios más exitosos son los que contienen pocas palabras. Los vendedores más efectivos son los que no usan palabras rimbombantes ni los que tecnifican su lenguaje. Las pinturas más estéticas, la arquitectura más admirable y las fórmulas más poderosas (E=m) son sencillas. Para asegurar la “simplicidad” en tu mensaje y comunicación, recuerda revisar estos puntos:
- Quita. Resta lo innecesario y lo obvio.
- Pon. Solo agrega lo significativo.
- Organiza. Cataloga, separa lo diferente, junta lo parecido.
- Pasión. Pon mucha emoción y entusiasmo.
- Contexto. Lo que está alrededor es tan importante como la idea principal.
- Tiempo. Invierte mucho en crear y haz a la gente esperar poco.
Recuerda, finalmente, que la excelencia en la empresa no se consigue cuando no tenemos nada más que añadir, sino cuando no tenemos nada más que eliminar.
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